Llevar a cabo un profundo análisis de la competencia es uno de los requisitos previos que debes cumplir a la hora de montar un negocio. Esta tarea permite conocer a los competidores, descubrir cómo hace las cosas, y si les funciona. Además, permite hallar nichos de mercado que estén siendo menos explotados, o encontrar pistas que dirijan hacia el camino correcto para diferenciarse e innovar.
De hecho, un buen análisis de la competencia permite incluso prever la forma de la que pueden reaccionar los “rivales” ante la entrada de una nueva empresa en el negocio, lo que permitiría anticiparse a sus movimientos futuros.
Las técnicas para llevar a cabo el análisis con éxito son innumerables. Van desde las más sencillas y baratas, hasta las más complejas y con mayor coste. Una muy sencilla es una investigación online, estudiando sus páginas web y sus blog, su presencia en redes sociales, sus canales de venta online, así como las opiniones y comentarios que sus clientes pueden ofrecer en los foros. Otra opción es la de acudir al negocio como cliente, de forma presencial, para así analizar su funcionamiento en persona; una posibilidad especialmente útil para los negocios que tengan un ámbito muy local.
Foco de atención
El principal reto es poner el foco de atención en quien de verdad es la competencia. Uno de los fallos que se comete como observador es poner la mirada en los negocios que son líderes del sector, los más reconocidos o prestigiosos, lo que supone un auténtico problema:
Primero, hay que cerciorarse de si la competencia van a ser realmente los grandes del sector, o si realmente se va a competir contra los pequeños y medianos negocios que nos rodean, y que no son tan visibles como las compañías de más prestigio. Esos pequeños se van a parecer más al negocio que se va a lanzar, y encontrarlo no es tan fácil. Pasan más desapercibidos, están más ocultos (a veces a propósito, para evitar entrar en competencia directa con otros).
Y luego, porque existen numerosos competidores con los que a priori no se cuenta. Viven ocultos tras la apariencia de “otra cosa”, que no parecen negocios habituales, pero que son importantes competidores. Se trata de asociaciones, ONG’s, fundaciones o empresas públicas o publico-privadas. Son la verdadera competencia, oculta y más peligrosa, ya que cuentan con prebendas inimaginables para un negocio al uso: una elevada consideración social (se disfrazan de solidaridad mientras mantienen a numerosos asalariados), subvenciones, ayudas y exenciones fiscales, más facilidades para tratar con la Administración…
No se les puede vencer
Estos falsos no-negocios son la peor pesadilla de un emprendedor, y generalmente nada se puede hacer para competir contra ellos. Hay que observar bien, porque ocupan gran parte del mercado: los hay en sectores de formación, de inserción laboral, mantenimiento de comunidades, jardinería, lavandería, restauración, etc. Proliferan por doquier, y reciben las bendiciones económicas y legales de las administraciones públicas. En muchas ocasiones hasta forman parte intrínseca de ella.
Así que, a la hora de lanzarse a emprender, hay que perder la inocencia y mirar alrededor con desconfianza. A la asociación sin ánimo de lucro del barrio, a la ONG que ha creado un vecino, o la fundación que gestiona alguna entidad financiera, pues pueden albergar el germen del fracaso empresarial.